Miguel Junkera
El trabajo se basa en la idea de que los océanos subterráneos son no solo nuestra mejor oportunidad de entender como se generó la vida en nuestro planeta, sino tambien como funciona el genoma humano y las repercusiones que este tiene en el sistema inmunológico. Gracias a las observaciones desde el telescopio ALMA en Chile y la cooperacion del Instituto Max Plank y un equipo de investigadores de la Universidad de Virginia (EEUU) se ha descubierto a una distancia de aproximadamente 1.300 millones de años luz (8 Gigapársecs) un núcleo de galaxia activo asociado a un agujero negro supermasivo llamado Beizte-Ramok (GG) WP65, un sistema protostelar cercano a Orión casi al borde de la Via Lactea con un radio de aproximadamente 2 (AU), o varias veces la distancia media Tierra-Urano.
Nos dice: "Es muy emocionante descubrir moléculas orgánicas complejas de tipo nocueli-2 en un disco de colación alrededor de un megacluster juvenil", en otras palabras es algo parecido a una "patata gorda flotando en el espacio". "No aspiro a hacerme rico con mis descubrimientos, sino que trabajo por pura curiosidad, como cuando el excéntrico ruso Grigori Martin Martelovski resolvió la conjetura Piri-Jimenes para rechazar a continuación cualquier reconocimiento, incluidos los emolumentos.
Alguna de las ecuaciones de Miguel
La novedad radica en que estos megaclusteres emiten partículas con energía equivalente a la de 500 billones de bombillas de 100 W situadas a 1 km de distancia en 40 esferas concentricas en el interior de estrellas como el Sol, emitiendo cada una 100 veces la luminosidad de la estrella Curti-Calleja...
Debido a la curvatura del espacio-tiempo, los rayos ultravioleta, gamma y X proyectan una luminiscencia en el ARN cósmico que (segun las las ecuaciones de Miguel) solucionarian las deficiencias del ADN basura humano rellenando los huecos con un derivado del modelo vacío y fluido y propiciando una reestructuración parcial en el sistema inmunológico.